Las ranas y sapos que querían otro rey.
Cansadas las ranas del orden y autoridad en que vivían, mandaron una delegación a Zeus para que les enviara otro rey.
Zeus, atendiendo su petición, les envió un grueso leño a su charca.
Espantadas las ranas por el ruido que hizo el leño al caer, se
corrieron a esconderse. Pero, al darse cuenta de que el leño no se movía, fueron saliendo a la superficie y dada la quietud que predominaba, empezaron a sentir tanto desprecio por el nuevo rey, que brincaban sobre él y se le sentaban encima, burlándose sin descanso.
Y así, sintiéndose humilladas por tener como monarca a un simple madero, volvieron donde Zeus, pidiéndole que les cambiara al rey, pues éste era demasiado tranquilo.
Indignado Zeus, les mandó como rey una culebra que, una a una, las atrapó y devoró a todas sin compasión.
A la hora de elegir los gobernantes, es mejor escoger a uno sencillo y honesto, en vez de uno malvado o corrupto.