12 febrero 2006

La envidia

Parece ser que cada colectivo tiene su pecado capital. Para algunos como a un servidor, su pecado capital es (o le gustaría que pudiera ser) la lujuria o la gula. Dicen que en la castidad y sobriedad de los conventos el pecado capital que anida es la soberbia, que dicho sea de paso creo se observa tambien en nuestros mas solemnes gobernantes, pero en mi humilde opinión el Pecado Capital (con Mayúsculas) de la humanidad es la envidia.

Si analizo la historia desde la óptica de envidia entiendo fácilmente desde por qué Caín le sacudió una ostia (bofetada muy grande) a Abel, hasta por qué el pelmazo de Karlitos Marx, con lo ladrillo que es de leer, logró convencer a medio mundo con aquello de uníos hermanos proletarios no teneis nada que perder y sí mucho que ganar...

Huy perdón por lo que he dicho, pero es que me acuerdo del Conde de Romanones cuando tambien decía lo mucho que le gustaba el comunismo, porque entre lo que ya tenía y lo que le iban a dar ....

Bueno, me bajo de las nubes. Hace tiempo, cuando trabajaba en una fábrica de montaje de electrónica ya aprendí a ir con cuidado al pasar en el taller al lado de una de las operarias que cortaban los rabitos de los componentes con su alicate neumático, porque esta señorita ponía buen cuidado en que los rabitos de los componentes saliesen lanzados hacia tu cara y a ser posible te pinchasen en un ojo. Había otra que cuando se hizo un estudio de posible toxicidad de los disolventes de barnices introducía el testigo de control atmosférico en el bote de barniz para que saliera bien contaminado y así el estudio de seguridad e higiene dijera que la empresa era perversa. Yo creo que quien estaba contaminada era su cabeza hueca de normalidad y llena de culebras, así como en el caso de un tercer individuo que tuvo la amabilidad de ser el único de seguir trabajando ostensiblemente (con gran ruido y alboroto para que se notase) cuando los otros 500 trabajadores de la empresa hicimos un paro de 1 minuto para expresar con nuestro silencio nuestra condena a los asesinatos de eta.

Mi sensación es que hay un denominador comun entre los tres personajes antes citados y otros como ellos, y es la contaminación por la envidia. Envidia que lanza a los manifestantes árabes a comportarse como jenízaros con el pretexto del escándalo farisaico de no se que dibujos del profeta. Envidia que empuja a los políticos a revolver los bajos instintos populistas aunque ellos sepan que son inútiles o contraproducentes. Envidia que llevaban los que iban gritando por la calle Goya esquina a Serrano "Burgueses, os quedan cuatro meses" en los meses de la transición, etc, etc, etc, etc, ....

Y, por último y quizá lo que mas me fastidia, es que he llegado a la triste sospecha de que tambien es la envidia lo que subyace en ese lado perverso que mas o menos todos tenemos y que inclina al envidioso a alegrarse mas del mal ajeno que del bien propio. Aquí estaría la raiz de la intolerancia contra el que tiene lo que yo no tengo, y el tratar de impedir que tenga lo que yo no puedo... y si me paso al otro lado del espejo, al "dual", (consiste en sustituir en un problema simplemente uno por otro y otro por uno), llego a la conclusión de que la ostentación del que tiene ante el que no tiene es tambien un modo de excitar y chinchorrotear mediante la prvocación de la envidia, que es algo que nos acompaña en nuestras entrañas desde Caín.

Acabaré con un sabio consejo: La próxima vez que le digan algo, sobre todo si se lo dice una supuesta autoridad, pregúntese:

1º ¿Quien lo dice?
2º ¿Cómo lo sabe?
3º ¿Por qué coños me estará diciendo eso?

Salu2 de ....

1 comentario:

Anónimo dijo...

Amigo Carlos,
todo esto de la envidia me trae a la mente un pensamiento que seguramente no tiene nada que ver con esto, pero que me apetece comentar... ¿por qué la gente (incluido yo) solemos evaluar nuestro éxito y fracaso comparándonos siempre con los demás? Pensamos: !joder que coche se ha comprado el capullo del vecino! y nos fastidia un montón, cuando ni nos gusta el color ni la marca y a lo mejor no tenemos ni carnet de conducir. Bueno, -dirá alguno -, lo que envidias es su dinero. Vale, pero bien pensado es bastante absurdo ya que, puestos a envidiar, lo que deberíamos envidiar es la felicidad, lo cual es la forma más rápida de no ser feliz, ya que para ser feliz primero debes de ser ante todo una persona que se conforme con lo que tiene. De aquí se deduce que la envidía siempre es esteril, diría más, extremadamente perjudicial si usted quiere ser realmente feliz. Conclusión: márquese un objetivo vital e intente vivir acorde a él y deje de mirar lo que hace el vecino (a no ser que esté muy bueno/a y se pasee desnudo/a por la casa). Y si aun así necesita su dosis de envidia piense al revés: jo que suerte tengo que tres cuartas partes de la población mundial probablemente sienten envidia de mi...