20 enero 2006

Blasfemias

Cuando era pequeño mis padres me llevaban a veranear a un pueblo costero de Guipuzcoa. Me gustaba aquello y estuve yendo por allí hasta bien cumplidos los veintitantos años, hasta que progresivamente se fué haciendo incómodo ir por allí y dejé de ir. Eran épocas de veraneo de tres meses de playa (para los niños claro!) excursiones por la tarde, bla, bla, bla. En los ferrocarriles vascongados había un letrero (en castellano) que decía "Se prohibe blasfemar y escupir". Supongo que ya no estará ese cartel, tanto porque no estaba redactado en lengua vernácula como porque con la nueva escala de valores ahora vigente creo que sigue estando prohibido escupir pero no blasfemar. Bueno, pues en la católica España en la que no se podía uno defecar en ... Xxxx, se podía sin embargo decir me cago en .. diez, o, si era Vd mas fino, podía decir mecachis en (tambien en diez, por favor). El caso es que el otro día hablando con un amiguete que anda un poco desencantado del cambio en la escala de valores (Ya hablaremos otro día de eso) me soltó un par de sonoros mecachis en los peces con barbas y en las constituciones y en las autonosuyas. Bueno, la verdad es que dijo algo parecido pero mas grueso, tal y como diría el Duque de Alba que decía que nuestras tropas juraban recio en Flandes. Y digo yo, eso que hace mi amiguete debe de ser una blasfemia moderna, que debe molestar a unos parecido a lo que molestan las antiguas a otros... Y... ¿No podríamos dejar de defecarnos en nosotros mismos y dejar a los muertos tranquilos, de modo que los españolitos que lleguen al mundo los guarde ... Dios, La Constitución, El Imperio de la Ley, etc, sin que ninguna de las múltiples Españas les hiele el corazón?

No hay comentarios: